10 mujeres viajeras que inspiran a las Flâneuse
Hoy queremos recuperar la vida y las aventuras de algunas mujeres que han inspirado nuestra propia experiencia como mujeres viajeras y nómadas.
Por lo general, los viajes y las grandes exploraciones, como casi todo lo que tenía que ver con lo público ha estado acaparado por los hombres.
Para nosotras como flâneuses, representadas en ese nombre inventado para las mujeres que deambulan y caminan sin destino prefijado, es fundamental recuperar las vidas y los nombres de todas aquellas que nos precedieron en el ámbito de los viajes abriendo camino.
A pesar de ser actividades desempeñadas por hombres adinerados, y aunque la Historia de los viajes ha silenciado a menudo a las viajeras y nómadas, también existen.
Nuestra intención con este artículo es traer sus nombres a nuestras vidas para reinvindicarlas y celebrarlas con inspiración.
Egeria
Egeria es sin duda la primera figura que queremos rescatar, primero porque nos muestra que desde la antigüedad las mujeres han sido capaces de sobrepasar los límites impuestos por la sociedad.
Oriunda del territorio de Gallaecia nació dentro de una familia acomodada, lo que propició, sin duda, que pudiera viajar.
A través de los escritos que nos ha legado podemos añadir que también fue una mujer de profunda religiosidad.
Se sabe que visitó los Santos Lugares en un largo viaje, entre 381 y 384 y que escribió sobre ello en su libro Itinerarium ad Loca Sancta.
Gracias al libro sabemos que atravesó el sur de Galia y el norte de Italia, desde allí cruzó en barco hacia el mar Adriático.
Se sabe que llegó a Constantinopla en el año 381. De ahí partió a Jerusalén y visitó Jericó, Nazaret y Cafarnaún.
Viajó de Jerusalén hacia Egipto en 382 y visitó Alejandría, Tebas, el mar Rojo y el Sinaí para después visitar: Antioquía, Edesa, Mesopotamia, el río Éufrates y Siria desde donde regresó, vía Constantinopla.
Para viajar, Egeria, se movió a través del cursus publicus romano, una red de casi 80 mil kilómetros usado por las legiones romanas.
Emilia Serrano de Wilson
Emilia Serrano de Wilson fue una mujer nacida en el seno de una familia acomodada, pero esto no provocó que se librara de sufrir con menos de 14 años, los requerimientos del poeta Jose Zorilla, que se encaprichó de ella y acabó dejándola embarazada.
La familia de Emilia, próxima a la familia Real española, estuvo siempre en el cuerpo diplomático, por lo que desde niña, Emilia aprendió diferentes idiomas y también adquirió el gusto por viajar.
Tras quedarse viuda y morir su hija, Emilia empezó a preparar sus innumerables viajes por el continente americano y también su carrera periodística.
Fue una figura de renombre tanto en el ámbito del periodismo, gracias a sus crónicas, como en el ámbito de los viajes.
Annemarie Schwarzenbach
Annemarie es una de nuestras viajeras favoritas por su actitud, por su forma de vivir, por su compromiso y por su faceta poliédrica.
Doctora en Filosofía, arqueóloga, periodista y fotógrafa, además de novelista, pero sobre todo fue conocida por su faceta de escritora de viajes.
Annemarie nació en el lado privilegiado de la sociedad, adinerada y con grandes contactos pero que plenamente consciente de sus privilegios vivió una vida atormentada.
De aspecto andrógino y lesbiana declarada, vivió su vida entre la aventura, los viajes y la escritura.
Su adicción a la morfina le llevó a estar ingresada en numerosas ocasiones.
Amante y compañera de la fotógrafa Marianne Breslauer o de la escritora estadounidense Carson Mccullers, sus viajes la llevaron hasta Irán, Estados Unidos, España, Rusia, Afganistán o el Congo Belga.
Ida Pfeiffer
Ida Pfeiffer demostró que nunca es tarde para empezar a viajar.
Ella empezó a hacerlo con 45 años. Nada hacía presagiar que daría dos veces la vuelta al mundo y que sus libros se convirtirían en todo un éxito editorial.
“Al igual que a un artista le mueve el deseo de pintar o al poeta dar expresión a sus pensamientos, a mí me impulsa el deseo de ver el mundo.
“En mi juventud soñaba con viajar; en la madurez me complace reflejar lo que contemplo ”.
Generalmente, durante el siglo XIX las mujeres que llegaban a los confines del mundo lo hacían acompañando a sus maridos, como religiosas o como esposas de científicos, Ida en cambio, lo hacía sola.
Nunca quiso casarse pero fue obligada. Se separó tras un periodo de máxima tristeza, y para poder empezar a viajar tuvo que mentir a sus hijos, diciéndoles que iba a visitar a una conocida.
Viajó hasta Estambul y desde allí amplió su itinerario a Jerusalén , Egipto y Roma.
Ida tomaba notas y apuntaba todo en un diario. Su mirada crítica hizo que un amigo editor le animara a publicar los diarios a su vuelta a Viena.
Curiosamente, Ida, es pionera en algunas de las máximas que compartimos las personas que formamos la vanlife.
Viajaba con poco y era bastante minimalista, fruto, sin duda, de la educación religiosa que su padre le había dado.
Se consideraba poco atractiva y vieja, lo cual le permitía, según ella, ser invisible.
No tenía recursos, así que ni llevaba porteadores ni llevaba sirvientes.
Tampoco llevaba baúles, pues no los precisaba.
Marga d'Andurain
De carácter díscolo desde niña, su familia la hizo exorcizar en la catedral de Bayona.
Se casó a los 17 años con su primo, Pierre D´Andurain.
Más tarde, viajó a El Cairo, donde regentó junto a su marido un centro de belleza.
Un viaje a Palmira con varias personas, entre las que se encontraba el Coronel Sinclair, jefe del servicio de inteligencia británico, y el hecho de que durante un tiempo éste fuera su amante, hizo sospechar que Marga pudiera ser un espía al servicio británico.
Después de este viaje, Marga D´Andurain junto con su marido Pierre se trasladaron a Palmira, donde desde 1927 a 1936 regentarían el Hotel Zenobia. Este hotel fue reformado de manera notable por Marga D´Andurain y se convirtió en un lugar destacado para gente que visitaba la zona, entre los huéspedes conocidos se encontraban, Agatha Cristie o Alfonso XIII.
Antes de viajar a El Cairo, Marga y Pierre D´Andurain se inventaron un título nobiliario que les acompañó durante toda su estancia en los países árabes y que les serviría para frecuentar ciertos círculos y sobre todo para evitar conflictos con la policía.
Se divorció de su esposo Pierre, aunque seguía de hecho viviendo con él.
En 1933, se propone ser la primera europea que entra en la ciudad sagrada de La Meca y para poder cumplir con su plan, se casó con un beduino. Pero fue arrestada en Yidda y recluida en un harén.
Al morir su esposo beduino en extrañas circunstancias (se cree que pudo ser asesinado por ella) y siendo acusada además de adulterio, fue encarcelada en una cárcel de Arabia y condenada a muerte por lapidación. Aunque finalmente se salvó de la condena.
Traficó con opio en el París ocupado por los nazis.
A los 55 años desapareció en el mar cerca de Tánger: fue arrojada por la borda de su velero cuando hacía contrabando.
Su hijo fue Jacques d´Andurain, héroe de la Resistencia francesa.
Ella Maillart
Desde muy joven se interesó por todo tipo de deportes, quizá por la influencia de su madre que era deportista profesional.
Desde los 16 años participó activamente en todo tipo de actividades deportivas, desde crear el primer club de hockey sobre césped en Suiza, a la travesía en vela de Cannes a Córcega a los 20 años.
Llegó a participar en las regatas de los Juegos Olímpicos de París en 1924 , en los que fué la única mujer y también la más joven participante.
También representó a su país en los primeros cuatro campeonatos del mundo de esquí alpino.
A los 26 años se trasladó a Berlín donde trabajó en relación con emigrados rusos tomando la decisión de viajar a la URSS para observar más de cerca al Régimen Comunista.
Ya en Moscú se unió a un grupo de jóvenes deportistas que viajaron a Asia central, cruzando el Cáucaso a pie.
Este fue el comienzo de sus cinco largos viajes por Asia, a veces sola, y otras en mulo, camello o andando, como el que realizó al Turquestán soviético, atravesando Kirguistán y las montañas Tien Shan.
En 1939 se embarcó en un Ford con destino Kabul con su amiga Annemarie Schwarzenbach en un largo viaje de seis meses para ayudarla a superar su drogadicción, del cual salió el relato El camino cruel.
Eliza Scidmore
Siempre quiso ser periodista y en los años 60 empezó a trabajar utilizando sus inicales, E.R. Scidmore, así muchos de sus lectores pensaron que era un hombre.
La calidad de estos artículos le hizo publicar en el New York Times o en el National Republican y pudo permitirse hacer el viaje que tanto deseaba desde niña, a Japón.
Cuando volvió a USA enseñó en la casa blanca sus fotografías de los cerezos japoneses para que los importaran y plantaran en los jardines de Washington, y lo consiguió.
Siguió viajando por diferentes países de Asia y también por Alaska, cuyo viaje narró en su primer libro.
En 1890 se incorporó a la recién fundada National Geographic Society y escribió decenas de artículos.
La revista no publicaba muchas fotos por su elevado coste, pero cuando enseñó en la redacción sus fotografías a color de mujeres y niños japoneses decidieron apostar por esta nueva forma de enseñar el mundo a través de las imágenes.
Sin duda una pionera de la fotografía documental.
Nellie Bly
Fue una pionera en el periodismo encubierto.
Su verdadero nombre era Elizabeth Jane Cochran, pero se hizo llamar Cochrane.
Una columna publicada por el diario Pittsburgh Dispatch, titulada “Para qué sirven las mujeres” provocó una respuesta por parte de Cochran bajo el alias “Huérfana solitaria” y el editor quedó tan impresionado que decidió darle trabajo en el periódico creándole la identidad periodística de Nellie Bly.
Se hizo pasar por loca y se internó en Blackwell´s Island un asilo psiquiátrico para mujeres.
Pasó allí diez días infiltrada y luego denunció en un artículo las condiciones en que vivían las pacientes, tuvo como consecuencia directa un aumento del presupuesto de salud pública destinado a la salud mental.
En 1888 propuso al World dar la vuelta al mundo en menos de 80 días.
El medio no estaba seguro porque pensaban que por ser mujer llevaría mucho equipaje, pero ella los convenció y tan solo con un bolso de mano dio la vuelta al mundo en 72 días, rompiendo el record mundial.
En 1895 se casó con el millonario Robert Seaman y se retiró del periodismo.
Cuando enviudó se hizo cargo de las empresas y realizó importantes reformas mejorando las condiciones laborales y salariales pero fracasó como empresaria y tuvo que volver a trabajar en el Evening Journal donde le tocó cubrir la convención de 1913 a favor del voto femenino y viajar a Europa a cubrir la Primera Guerra Mundial, transformándose en una de las primeras mujeres corresponsales de guerra.
Bessie Coleman
Bessie Coleman fue la primera mujer afroamericana en obtener la licencia de piloto.
Siempre soñó con ser aviadora, pero por ser negra, mujer y pobre no fue admitida en las escuelas de vuelo de EE.UU.
Decidió viajar a Francia para estudiar en la escuela de aviación de los hermanos Caudron y tomó cursos avanzados en los Países Bajos para perfeccionarse.
Regresó a EE.UU pero como no había vuelos comerciales, no pudo ejercer como piloto y empezó a realizar exhibiciones aéreas por diversas ciudades, haciendo distintas acrobacias.
Bessie Coleman creó su primera escuela en el año 1925, para enseñar a otras mujeres negras a volar.
Siendo ya una aviadora conocida, se negaba a entrar en espectáculos que negaban la admisión a afroamericanos o incluso a películas que mostraban estereotipos dañinos.
A los 34 años, probando un nuevo biplano para una exhibición, ella y su mecánico se estrellaron y murieron.
Martha Gellhorn
Estudió durante un año en el Bryn Mawe College, pero lo dejó para ser periodista, publicando sus primeros artículos en el The New Republic.
En 1930 marchó a París para trabajar en la oficina United Press y escribió su primer libro, What mad pursuit.
De vuelta en los Estados Unidos fue contratada por la Federal Emergency Relief Administration, creado por el presidente Roosevelt para recabar información sobre la Gran Depresión y junto a la fotógrafa Dorothea Lange, elaboraron un trabajo exhaustivo que pasó a formar parte de los archivos oficiales de la Gran Depresión.
Aquel año, Martha conoció a Ernest Hemingway y aunque estaba casado, viajó con él a España para cubrir la Guerra Civil que acababa de estallar.
La Segunda Guerra Mundial la llevó a viajar por distintos países europeos y asiáticos, y a escribir su novela A stricken field.
La pasión de Martha por su profesión llegaba a tales límites que llegó a disfrazarse de camillero para poder introducirse en el desembarco de Normandía, convirtiéndose en la única mujer que presenció el histórico Día D.
Flâneuse
Ira y Deb y la gata Juanita. No le veíamos sentido a pagar un alquiler y ahora somos nómadas intentando vivir una vida más sostenible. Enseñamos en nuestras redes cómo es vivir en 6m2 y mandamos postales de los sitios a los que vamos.
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